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COLITIS ULCEROSA CRÓNICA

La colitis ulcerosa crónica (CUC) es una enfermedad inflamatoria crónica del intestino grueso, de causa desconocida, que afecta la mucosa y submucosa del recto y progresa hacia sectores proximales pudiendo afectar todo el colon.

Puede aparecer a cualquier edad, pero más comúnmente aparece entre los 20 y 40 años. En la niñez lo hace en el 25% de los casos y tiende a seguir una forma más grave.
Evoluciona por empujes, con períodos más o menos prolongados de calma, pudiendo presentarse también como una forma aguda y tóxica con riesgo vital.
Los síntomas principales son el sangrado rectal y la diarrea, en general en forma de descarga mucosa sanguinolenta.
Pueden haber varios síntomas extra intestinales: oculares (uveítis), en piel (pioderma gangrenoso, eritema nodoso), hígado (colangitis, cirrosis), articulaciones (artritis de rodilla o sacro), litiasis urinaria.
La causa de la enfermedad, aunque aún no está completamente dilucidada, se debe a una disrregulación de la respuesta inmune de la mucosa del colon en respuesta a la flora normal del intestino en sujetos genéticamente susceptibles.

Se usan numerosas escalas para graduar la severidad de la enfermedad, desde el punto de vista clínico y endoscópico. Estas clasificaciones son importantes para definir el tratamiento que clásicamente se utiliza en forma de escalones de complejidad progresiva, comenzando con tratamiento con medicamentos para los casos leves y cirugía o terapia biológica para los casos más severos, agudos, que no responden al tratamiento médico inicial o que recaen con facilidad.
Dentro de los medicamentos se destacan los corticoides, los inmunosupresores y la terapia biológica (anticuerpos monoclonales anti factor de necrosis tumoral). El objetivo del tratamiento con este último grupo de medicamentos es inducir la remisión y no mantenerlo permanentemente por los efectos secundarios de los mismos, existiendo medicación preventiva para el mantenimiento entre empujes.
Es necesario un seguimiento periódico para comprobar la remisión y la ausencia de enfermedad inflamatoria, lo cual permite disminuir la necesidad de cirugías extensas y el riesgo de cáncer que se encuentra aumentado luego de muchos años de inflamación permanente del intestino.